lunes, 18 de agosto de 2008

Lo inmediato y la noche



La abundancia de luz nos regala lo inmediato. Es nuestro este árbol, este pájaro, esta flor. Nuestra mirada se aquerencia en lo que está cerca, en los que nos rodea. Nos quedamos quietos en medio de nuestra jaula de cosas, y todo viene hasta nosotros traído por esa luz que abunda. Los colores, las formas, el movimiento: todo llega hasta nosotros, como llega el alimento hasta el enjaulado que termina por creerse el centro de todo lo que existe.
La jaula de la luz abundante puede amputar en nosotros la capacidad de volar. Y el que es incapaz de volar, termina por reducir la realidad a su pequeña realidad. Todas estas cosas que él cree poseer, y que en realidad lo poseen a él, pueden terminar por convertirse para él en lo único que existe; o en lo único que vale la pena pensar que existe. Terminará así por olvidar que en su misma tierra existen desiertos y ríos, montañas con nieve y selvas con pájaros en libertad. Terminará por no importarle que existan océanos y hombres que los navegan. Aunque sepa que existen otros mundos más allá de su propio planeta, esos mundos no le interesan para nada, y piensa que nada tiene que aportarle a su vida de jaula en su pequeña geografía satisfecha.
Y es entonces cuando viene la noche. La noche que nos empobrece radicalmente. Que al quitarnos la luz, nos arrebata todo lo inmediato. La noche que desenjaula en nuestro interior todos esos viejos miedos; que nos hace sentir pobres y desprotegidos. Que nos vuelve a hacer sentir la necesidad de creer en el ángel de la guarda. En que nuestro niño se despierta y vuelve a buscar refugio en su madre.
Y la noche, al quitarnos con la luz la presencia de lo inmediato, vuelve a encender allá arriba, muy lejos, la luz de las estrellas inmensas.
Porque las estrellas necesitan de la oscuridad para poder brillar. O tal vez no sean las estrellas las que necesiten de la oscuridad. En realidad somos nosotros los que necesitamos ser liberados de nuestra pequeña jaula luminosa, para así ser capacitados de poder ver esos inmensos astros de las lejanías que estaban allí, brillando desde siempre. Porque al arrebatarnos lo inmediato, la oscuridad nos capacita para ver lo real que brilla mucho más lejos. Nos ensancha el horizonte a las dimensiones del universo. Obliga al hombre a emprender el vuelo. La presencia de las estrellas en la noche ha permitido a los hombres largarse tierra adentro, hacerse navegantes.
Cuando la oscuridad de un hombre se preña con una estrella, su Noche mala se convierte en Noche Buena. La oscuridad nos da la oportunidad del silencio y nos capacita para la búsqueda. Nos obliga a ir hombre adentro y nos invita a adentrarnos en el mar. Hay estrellas inalcanzables que regalaron a ciertos navegantes audaces nuevos continentes. Eran hombres con capacidad de largarse al mar, mineros de la noche con la sola luz de una estrella.
Lo fecundo de la noche no está en que nos libera de las cosas inmediatas, sino que libera en nosotros la capacidad de ver más allá de lo inmediato. Nos obliga a ver lo exigente más allá de lo útil. Nos hace superar la necesidad y nos hace crecer hasta el deseo. Por eso nos capacita para la renuncia.
El dolor y la pobreza son fecundos, sólo si nos capacitan para volar.


Mamerto Menapace
publicado en el libro La sal de la tierra, Editorial Patria Grande.




Guía para el trabajo pastoral con el cuento Lo inmediato y la noche




por Marcelo A. Murúa



Lectura
Realizar la lectura del cuento en grupo. Es importante que todos los presentes tengan una copia del texto. Se pueden ir turnando dos o tres personas para leer el cuento en voz alta.
Rumiando el relato
Al terminar la lectura entre todo el grupo se reconstruye el relato en forma oral (se lo vuelve a contar).
¿De qué nos habla el autor en el cuento?
¿Por qué habla de la jaula de la luz?
¿Qué nos dice de la noche y las estrellas?
Elegir una frase del texto (releerlo rápido para ubicarla) que más le haya llegado/impactado a cada uno y compartirla en voz alta.
Descubriendo el mensaje
El cuento nos habla de la luz y de la noche. Estamos acostumbrados a adjudicar significados positivos a la luz, pero Mamerto nos sorprende descubriéndonos un aspecto menos considerado, el deslumbramiento, o exceso de luz que nos puede quitar la capacidad de ver, de hacer silencio, de buscar… La noche, figura de la oscuridad interior y de la apertura a lo nuevo, se presenta como espacio creativo y fecundo, momento de gestación de utopías, que engendra y nos recuerda nuestra capacidad de volar y trascender..
En tu vida, ¿qué cosas te causan este deslumbramiento de lo inmediato que dificulta percibir las cosas importantes o destierran de nosotros la capacidad de volar?
¿Hay estrellas en tu vida que orienten tus sueños, tus utopías, que amplíen el horizonte de lo cotidiano? ¿Eres fiel a esas utopías que el Señor va poniendo en tu camino?
La oscuridad nos da la oportunidad del silencio y nos capacita para la búsqueda, ¿cómo vives esto en tu vida? ¿Tienes momentos de silencio, te regalas espacios de búsqueda?
¿Qué aprendes del cuento para tu vida? ¿Cómo puedes aplicar el mensaje del cuento?
Compromiso para la vida
Sintetizar en una frase el mensaje que has descubierto en el cuento para tu vida. Compartirlo con los demás.
Para terminar: la oración en común
Leer entre todos la oración y luego poner en común las intenciones de cada uno.


Silencio, noche y renuncia
Señor,
enséñame a hacer silencio,
a callar en el interior.
Abre mis oídos
a la escucha profunda…
para conocer tu voz.
Señor,
anímame a hacer noche,
a cerrar los ojos
para abrir el corazón.
Descúbreme tu mirada
enséñame a buscar más allá.
Señor,
muéstrame el camino de la renuncia,
que calle para que tu hables,
que no vea, para que tu me me hagas mirar
(con tu mirada)
que me despoje
para comenzar a buscar de nuevo.
Libera en mí, Señor de la Vida,
la fecundidad del silencio,
de la noche y la renuncia,
para aprender, para descubrir,
para recuperar ideales y sueños,
para vivir la utopía del Evangelio

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